LA INCULTURA EROSIONA
EL PAÍS
El problema educativo de nuestro país es grave.
En los últimos dos decenios específicamente en lo que se refiere a la educación
básica y media e incluso superior, el
deterioro ha sido dramático, por obra de muchos factores, entre los que se
destacan la radicalización política magisterial, la incapacidad de los
Gobiernos para responder de modo adecuado a una demanda estudiantil creciente,
que proviene de los sectores menos favorecidos de la sociedad.
Nuestra niñez, y por consiguiente nuestra
juventud, lee cada día menos, y en consecuencia cada día está más alejada del
saber auténtico y permanente.
Esto dificulta que se consolide la identidad
nacional, y hace a las nuevas generaciones mucho más vulnerables a la
alienación ideológica y a la actitud depredadora de los valores morales y
espirituales.
Ni los padres ni los profesores inculcan hoy a
los jóvenes, de manera sistemática, el hábito enriquecedor de la lectura de las
grandes obras que ha creado el pensamiento humano, desde el pasado hasta
nuestros días.
Lo que los jóvenes, por obligación lee, son
apuntes, extractos, manuales deficientes y textos fragmentarios. Y así vemos
cómo, después de doce años de estar en las aulas, muchos ni siquiera saben
leer, en el sentido compresivo del término.
Este es un índice muy revelador de lo que es
nuestra Patria: un desierto cultural, más desolador que el desierto ecológico
por el que muchos vivimos preocupados. Y esa perspectiva debe conmovernos a
todos, al Gobierno, a todos los sectores sociales, porque si dejamos que la
ignorancia siga creciendo, los conflictos, la violencia, el desorden social
establecido seguirá creciendo.
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