REFLEXIÓN DE VIDA
La vida fue fructífera,
los objetivos trazados se cumplieron a cabalidad, no hay nada que lamentar y
los muchachos tuvieron la oportunidad de salir adelante y superarse en un
ambiente bueno, gracias a la estabilidad emocional que les fue dada.
Pensaba con
detenimiento el punto de partida desde el cual tomaron un camino distinto al
que siempre desearon. Tuvo que haber ocurrido algo extraordinario que no
pudieron controlar, y por eso se preguntaron: ¿Qué fue lo que sucedió? Respondió
con la verdad relatando su historia. Les contaré todo lo que pueda y deseen
saber.
Pudo olvidar muchas
cosas que le ocurrieron durante su niñez y juventud, pero lo que nunca dejó de
recordar eran los buenos momentos y satisfacciones que le proporciono a Gloria.
Lo afirmo con orgullo y mis mejores deseos que ella sea tratada como yo lo hice
en su momento, Lamento mucho no haber seguido proveyéndola de todo, así en la
situación en que me encuentro y hasta hoy no sé quién es más culpable de mi
fracaso: ¿ella o yo? Todavía sigo
confundido. Me gustaría tener una nueva oportunidad a su lado, aunque estoy
consciente de que nunca la tendré.
Sin embargo, insistió
en que le gustaría, porque cometió algunos errores de procedimiento y esto lo llevó
a perder el control de sus consecuencias que lo tienen en esta miserable situación.
Todo dio inicio cuando
llegó el día en que ya no le alcanzaba lo que ganaba, por mucho que se esforzará,
el dinero seguía siendo insuficiente, las demandas cada vez mayores a medida
que los niños crecían. A causa de ello, comenzó a hacer cosas que reñían con la
moral y la ética, con tal de percibir más ingresos económicos y mantener el
hogar estable. Poco a poco sus principios y valores fueron perdiendo su
esencia, le encontró el verdadero sabor a lo ilícito, a lo que huele a
corrupción. Lo único importante era ganar más dinero a costa del sacrificio de
otros. Eso era parte del juego y le valió el apodo que lo hacía sentir distinto
entre sus compañeros de trabajo: el Camaleón. Siempre ganaba, no precisamente sus
casos, pero ganaba, porque encontró el mecanismo que se lo permitía:
falsificaba firmas, hacía cualquier cosa para conseguir sus objetivos.
Un día firmó unas
escrituras que le iban a rendir muchos ingresos, con los cuales quería
satisfacer algunos finos gustos de Gloria. Estaba firmando por tercera vez su sentencia
con conocimiento de causa y efecto por las llamadas de atención y suspensión
temporal que había tenido con anterioridad, pero la costumbre y la necedad de
complacer eran superiores a sus principios en aquel momento. Ganó mucho dinero
en esa oportunidad, el cual bajo sentencia, debía devolver. Asimismo, era
dinero imposible de recuperar, ya que Gloria se había adelantado a comprar un
coche de marca y último modelo, y él tampoco tenía la valentía para evitarlo.
Es que realmente la adoraba, es más, ni siquiera tenía valor para confesarle el
origen y los medios utilizados para obtener esa suma. Como era costumbre, le
entregaba todo lo que ganaba, y de allí los resultados. A causa de ello le suspendieron
su título.
La orden de captura no
se hizo esperar y fue recluido en un centro penal. Allí lloró por Gloria
durante muchos días, quizás meses, hasta que un día empezó a darse cuenta de la
realidad; para comenzar, porque nunca lo visitaba. Deseaba con desesperación
buscar dentro de él el pretexto perfecto por el cual no venía a verlo. A eso se
sumó que Gloria no se tomó la molestia de contratar un abogado particular para
que llevará su caso, y tuvo que conformarse con el que asigna el Estado.
Tenía vedada su propia
realidad, nunca pensó que se había equivocado y que lo había hecho de manera
irracional. Fue entonces cuando volvió a pensar en Renata y sus hijos, se puso
a meditar sobre lo mal que hizo al abandonarlos, y peor se sentía por no
haberles dado nunca un solo centavo para sus gastos. Todo esto lo hacía sentir ahora cobarde e irresponsable, un error
que nunca podría enmendar. Lloro durante largo rato, pero esto no fue por
Gloria sino por su imprudencia, por Renata, por sus padres y por sus hijos.
Se acostumbró a la cárcel, aprendió a robar, y se especializo en la mentira y la
traición. Sus mejores amigos eran seleccionados con similares características,
pues creía que era la mejor manera de vivir, y para ello se capacito en el
menor tiempo posible. Los vicios su aliciente, fumaba de todo y bebía cualquier
cosa; era el medio para saciar la ansiedad y el vacío, y olvidar para siempre a
Gloria.
¿Qué pasó con Renata y
su familia?
Un vecino de la casa de
sus padres le contó que cuando la abandono, ocho meses después su madre la
ayudó económicamente y con ese dinero se fue a los Estados Unidos. Lo hizo de
manera ilegal junto con los niños. Según esa persona, completó
satisfactoriamente su recorrido en un mes, consiguió trabajo en una guardería
haciendo la limpieza y progreso hasta llegar a nombrarla administradora del
lugar, el cual se convirtió en el hogar de nuestros hijos. El tiempo fue el
mejor aliado de Renata al darle muchas satisfacciones económicas y personales,
y su mejor logro fue la graduación de sus hijos Pedro y Tomás. Dicen que Pedro
es un prominente abogado en California,
y sus conocimientos y rectitud lo han hecho merecedor de condecoraciones. Tomás
estudió Medicina y obtuvo un doctorado en Oncología; trabaja en un Hospital en
el cual ha cosechado muchos logros personales. Desconozco si ellos han formado
un hogar, es más, no sé nada de su vida. Entre los dos le compraron una bella
casa a Renata. Ella no se volvió a casar y su vida la volcó en el trabajo, para
sacar adelante y de manera exitosa a Pedro y Tomás. Cuenta este vecino que pasa
el tiempo arreglando el jardín, y un mes al año se da un viaje a algún lugar de
América.
Ella nunca más regresó
a este país, debido a que por circunstancias de la vida perdió a sus familiares
más cercanos, precisamente en la época en que la abandoné. Su madre tuvo una
prolongada enfermedad que termino por arrebatarle la vida, y su padre murió
meses después. Su hermano y hermana también emigraron, una vez fallecidos sus
padres. Ignoro muchos hechos de la vida de ellos, es que me aleje tanto de
todos hasta convertirme en un perfecto desconocido y sin familia. No tuve más
hermanos. Mi padre había muerto unos meses antes de separarme de Renata quien
lo atendió hasta el último momento como una verdadera hija. Me han contado, y
no dudo que así fue, que mi madre dejó alguna herencia, incluida la casa que
era de su propiedad, a una entidad de beneficencia. No asistí a su funeral
porque ya estaba preso.
En aquel entonces perdí
el amor que sentía por toda mi familia, para entregárselo en su totalidad a
Gloria; no podía compartirlo. Ahora ha perdido el amor por sí mismo y solo
espera el desenlace que lo separará de esta vida, sin amar a nadie, como si
solo se tratará de vivir por vivir. No obstante, quisiera morir amando, pero su
conciencia no se lo permite.
Cuando obtuvo su
libertad, después de haber cumplido diez años en el centro penal, la fue a
buscar. Durante muchos días la estuvo observando, y como todo un vagabundo pasó
inadvertido ante sus ojos. Entonces participó en el robo de una casa, a cierta
distancia, porque su trabajo consistía en avisar si se presentaba algún problema.
Así obtuvo los medios para comprar una vestimenta apropiada que cambiara su
imagen y con esta nueva apariencia decidió presentarse en su antigua casa. Toco
a la puerta y salió a abrir una empleada que no lo conocía y, desde luego, no
sabía de su existencia. Le dijo su nombre y se quedó allí de pie, esperando.
La empleada salió poco
después para indicarle que la señora estaba en la hora de la siesta y no podía
recibirlo. Buscó un parque cercano y un lugar donde sentarse mientras Gloria
terminaba de descansar. Se puso a recordar muchas cosas del pasado, cuando
compartía su vida con ella, y en un momento dado pasó por su mente la
posibilidad de volver a vivir en la que fue su casa y, en especial, el hecho de
volverla a tener entre sus brazos.
Estaba seguro que su
hija Ana María lo iba a recibir con mucho amor, aunque no sabía mucho de él ya
que apenas tenía tres años cuando perdió su libertad. Sin embargo, la esperanza
de ese reencuentro era lo último que podía perder. Comenzaron a surgir en su
mente mil preguntas, a la vez que imaginaba cómo iba a desarrollarse esa
postergada reunión entre Gloria y él. De su parte estaba dispuesto a perdonarla
si ella se lo pedía, pese a que estaba consciente de que lo había dejado a su suerte en los
momentos más difíciles, cuando le tocó vivir en la calle, hurgar en los
basureros, sufrir en la cárcel. No obstante, se decía que quizás ella no era
del todo culpable y pudo haber existido alguna razón que hubiera cambiado el
rumbo de lo que Gloria realmente quería para él. Seguía soñando despierto y ese
era su primer intento, después de transcurrido su primer mes de estar libre.
Tres horas más tarde regresó a la casa y volvió a tocar. Esta vez la empleada
le dijo que esperara un momento, porque Doña Gloria se estaba arreglando, pero
que si tenía paciencia lo iba a atender. Aguardaré, le contesto con educación,
mientras se decía a sí mismo que el aguardaría el tiempo necesario. Además
nadie mejor que él sabía de las atenciones que ella dedicaba a su cuidado
personal, incluso, no le extrañó la idea de que en ese momento estuviese la
persona que la maquillaba. Tuvo la tentación de fumar, pero no lo hizo porque
deseaba actuar exactamente como la última vez que la vio, sin vicios y con
buenos modales. Llegaron unos policías, tocaron el timbre y de nuevo salió la
empleada; de inmediato los hizo pasar y eso lo llevó a poner en marcha su
imaginación y divagar. Entre sus pensamientos surgió que quizás había. alquilado el apartamento interior de la
casa, o tal vez tenía problemas con alguna persona. Hasta pensó que Gloria
había sido víctima de robo en su casa y, peor aún, que alguno de sus amigos
podría haber participado. Esperó unos minutos y de pronto salieron los agentes,
lo tomaron por los brazos, lo introdujeron en un carro patrulla donde había
otros dos policías y le pidieron su identificación. No le dieron ninguna
explicación, y sólo le indicaron que los acompañará a la Comisaría, donde iban
a tomar algunos datos y le informarían la razón por la cual lo conducían a ese
lugar. Una vez allí, de inmediato le tomaron declaración, que más bien era para
confirmar lo que ya sabían, cuando pasó detrás un oficial que, era el jefe de
la estación de policía, quien se limitó a ordenar: “Llévenlo y no pierdan su
tiempo”.
Lo condujeron a un Centro
de Detención Preventiva, mientras se tramitaba su ingreso al penal donde ya
había estado recluido. Esta vez no sabía la razón por la cual estaba preso; si
él sólo quería ver a Gloria. En ese lugar se enteró, por medio de una persona
que hacía la limpieza, que podía salir fácilmente de allí si ofrecía un soborno
a cualquiera de los agentes que estaban custodiando el presidio. Pensó de
inmediato que en su caso era imposible, ya que no tenía dinero para ofrecer, y
por lo tanto tenía que dejar que las cosas siguieran su curso hasta que lo
trasladaran a la antigua prisión. Sin embargo, podía intentarlo; no le costaba
mucho mentir y asegurar que tenía amigos que podían pagar la cantidad que le
exigieran.
A cambio, podría
averiguar la verdadera causa por la cual estaba detenido, y así lo hizo. Le
planteo la situación al primer agente que llegó y éste le dijo que aceptaba la
remuneración, pero antes tenía que verificar su archivo y con base en ello le
indicaría cuanto debía pagar. Esperó durante horas y al fin regresó el agente
para decirle que era imposible debido a que la solicitud de su detención la
había pedido la esposa del Director de ese centro e ignoraba el motivo.
Al día siguiente fue
trasladado al Centro Penal que ya conocía bien. Allí estaban varios de sus
amigos; algunos seguían cumpliendo sus condenas y otros ya habían regresado,
como lo hacía él en ese momento. Transcurrieron ocho meses hasta que le tocó
asistir a declarar al Juzgado, y se encontró con un legajo de causales que
detallaban la razón de su captura. “Yo, Gloria…−le seguían sus datos
personales−, auxiliada por un Ex
colega…me encontraba descansando en mi alcoba la tarde de…, cuando a eso de las
16.00 horas ingreso Mario…, mi ex marido, con quien procreamos una hija, ambas
abandonadas a la fecha…,y de quien nunca recibí dinero alguno para nuestra
alimentación…Sin embargo, el problema planteado en esta ocasión es referente a
los hechos y acciones que realizó Mario al entrar en mi casa, cuyos medios para
ingresar a la misma desconozco. Lo único que puedo asegurar es que fui
sorprendida por dicha persona, quién con un arma de fuego de calibre
desconocido que me puso en la cabeza me obligó a desvestirme, me violó de
manera brutal, posteriormente me golpeó hasta dejarme inconsciente y cubierta de sangre. Al volver en sí llame a
la Policía y gracias a la rapidez con que actuaron los agentes, lo capturaron y
condujeron a un Centro de detención preventiva. Por lo anterior, solicito que
se establezcan sus antecedentes…y sea castigado con base en lo que la ley
dictamina para estos casos…en especial porque temo ser nuevamente agredida y
ocasionarme la muerte. Solicito, además,
la protección de mi menor hija…”
Fue juzgado y condenado
a cinco años de prisión, y por una emergencia se encuentra recluido en este
Hospital, porque ha estado perdiendo la memoria a consecuencia de un tumor
cerebral. Según el diagnóstico preliminar es posible que se trate de un cáncer
terminal, lo cual se verificará con los resultados de exámenes posteriores. No
puede recordar el tiempo que lleva cumpliendo su última pena, pero lo que sí se
sabe es que en el Hospital le tratan muy bien. Hacía mucho tiempo que no le
atendían tan bien; en realidad le hacen sentir que el amor sigue existiendo,
que no todos piensan de igual manera y que hay personas en la vida que ayudan
al prójimo a cambio de nada. Creía que no merecía ese final, porque su vida
debería haber terminado en un basurero, no en ese acogedor sitio.
Por primera vez empezó
a reconciliarse consigo mismos y le vino a la memoria su niñez llena de
felicidad, la responsabilidad de sus padres y su noble propósito de haberle
dado todo lo que necesitaba para salir adelante, su vida como estudiante. Y
ahora, más que nunca, reconoció el esfuerzo de Renata y el apoyo incondicional
que le brindó para que pudiera ver cristalizada su profesión. Se preguntaba
cómo pudo cambiar el amor de su madre, su esposa y sus dos hijos de un día para
otro, sin razón válida alguna. Tuvo que haber irrumpido una fuerza tan
extraordinaria que lo hiciera borrar esos preciosos dones con que lo había
premiado la vida; pero esa interrogante se iría con él, estaba próximo a la
muerte. Estaba sufriendo, no por su enfermedad, sino porque llevaba a cuestas
un inconmensurable dolor que no lo dejaba en paz.
Hubiera querido pedirle
perdón a su familia por el daño hecho, y como sabía que ya no era posible
debería seguir padeciendo ese tormento hasta que su memoria vuelva a naufragar.
Sólo le quedaba la esperanza de no tener un nuevo amanecer de incertidumbre,
aunque sabía que lo merecía y ese sería su último lamento. Por eso, señora, le
he contestado sus interrogantes y contado todas mis desventura. Me siento
cansado, mis fuerzas se van desvaneciendo. Es muy tarde, por eso sólo le
contestaré una pregunta más.
¿Qué pienso ahora de
Gloria? Hablar de ella no viene al caso, y las personas que sepan de desvaríos
serán quienes califiquen su actuación, para bien o para mal. Lo único
importante es el giro que yo le di a mi propia vida, y como tal debo ser
juzgado. Para serle sincero esa hermosa mujer ya no me interesa, pero si pasa a
ser parte de mi sufrimiento, en menor grado, la niña que tuvimos, comparada con
la de mis otros hijos. Les fallé a todos y en gran manera; lástima que la
vida no sea eterna para dedicarle tiempo
a reconstruir el pasado. Es una pena que sea demasiado tarde, porque me hubiera
gustado contarle mi vida como la soñé, como la proyecte: un hombre feliz y
orgulloso de su familia. Ahora solo me queda dolor, arrepentimiento por mi
cobardía, por mi incalificable comportamiento. En especial por haber abandonado
a mis hijos. Ya no puedo más…
Le he contado a usted
todo sin conocerlo. Desconozco si esto tiene una finalidad judicial o con otros
fines. En lo que a mí respecta me gustaría que usted lo escribiera, para que de
esta manera mucha gente conociera los errores de mi vida. Créame que lo único
bueno que puedo dejar es un recordatorio de lo que nunca se debe hacer en la
vida, o mejor dicho, de no haber sabido establecer un límite entre la
responsabilidad y la insensatez que hace la diferencia entre los seres humanos.
No se preocupe se
solicitó un permiso especial a las autoridades para trasladarlo a este Hospital
privado. Todo está arreglado, no se preocupe, muy pronto vendrá su esposa.
Relájese, duerma tranquilo, porque aquí todos le queremos, y sepa que aunque el
tiempo se escape, siempre le recordaremos con cariño. Hubiéramos querido hacer
más por usted, pero la vida también nos ha hecho una mala jugada y por eso no
fue sino hasta ahora que lo ubicamos. No sabíamos cómo encontrarlo y ahora que
lo logramos lo perdemos para siempre. Descanse, padre, descanse por favor.
Inoportunamente,
nuestro Padre Mario entró en estado de coma antes de su último suspiro.
Lamentamos su derrumbe profesional, y el sufrimiento físico y emocional que
tuvo que arrastrar a partir de entonces. De nuestra parte nunca existió rencor
alguno, y en lugar de abrigar sentimientos negativos lo atendimos en el final
con toda la comprensión que hallamos en nuestro corazón. A pesar de no haber
convivido con él nos heredó, dentro de todo su fracaso, rasgos de inteligencia
y temple que lo hubieran hecho merecedor de un mejor desenlace. Las lágrimas
fueron el común denominador entre nosotros y mi madre. Descanse en paz Papá Mario.
Mi hermano y yo
agradecemos a nuestra madre por su abnegado sacrificio para sacarnos adelante
como profesionales, y sobre todo por haber cultivado en nosotros la comprensión
y el amor por los demás. En este caso particular no existió odio ni
resentimiento. Gracias por habernos engendrado. Siempre le recordaremos como un
buen hombre a quien el destino le hizo una mala pasada. Lamentamos no haber
podido disfrutar de esa inigualable relación que existe entre padre e hijo,
pero su arrepentimiento es valioso, y nuestro mejor regalo es la madre que lo
eligió para darnos la vida.
Pedro y Tomás, uno
Abogado y el otro Médico, son el fruto de la imbatibilidad de Renata;
personajes moldeados por las expectativas de una madre amorosa. Sobran las
reflexiones sobre su propio proceder, producto de la solidaridad y los buenos
principios inculcados por su madre. Carla María, la hija de la segunda mujer de
Mario, nunca reconoció a su padre. Ojala su vida sea diferente a la de su
madre, y los años le permitan encauzarse en el sendero de sus otros hermanos.
Usted, amigo lector,
saque sus propias conclusiones. Quizás el destino no exista y tal vez lo
labramos nosotros mismos, de manera consciente o sin darnos cuenta. Lo
importante es que tomemos las decisiones acertadas para no terminar
justificando resultados infelices.
Participó en el X Concurso Ángel Ganivet
Países amigos, Finlandia.-
Falló del Concurso 24 de noviembre de 2016.-