jueves, 11 de agosto de 2016


ESTRELLA






Encerrado tras los nevados de la cumbre del Altiplano, todas las mañanas despierta una ciudad, a los pies de su guardián. El Illimani siempre solemne, guarda la memoria de todos sus habitantes; padre, juez, verdugo, mendigo; imagen viva para los que viven en la ciudad y muerta para los que solo están de paso. Lo primero que se ve al bajar a la hollada son sus tres lluchitos nevados coronando sus tres picos. Cualquier punto es perfecto para contemplarlo cada mañana, ver convertirse sus sombras en colores dulces; amarillos, rojos, lilas. Estrella, con sus ojos de huérfana, cada mañana sale al puente de las Américas a ver nacer el sol y también sin querer a contemplar la belleza del Illimani.

Estrella, una de las tantas escorias de la vida, olvido de la humanidad, vive junto a sus tías Ana de 19 y María de 15 años. Su tía Miriam está en la cárcel, porque fue pillada robando en la feria de las mañaneras, las frutillitas la llevaron detenida, después de que una comerciante la pescara en pleno acto; desde entonces, nunca tuvo audiencias ni prorrogas y la metieron a la cárcel de mujeres de Obrajes. Ana trabaja de bailarina en un tabledance ilegal de la América, ahí es conocida como Afrodita, por el lunar en el labio superior derecho y otro en el cuello. De carácter frio y austero sabe cómo ponerles los puntos a los borrachos que frecuentan el burdel y es con la misma fiereza con la que trata a su hermana y sobrina. Ambas aguantan los malos tratos, porque quieran o no, Afrodita es la que aporta más económicamente en ese hogar. Ella soporta su vida de bailarina de cabaret, por que consume las drogas baratas que entra legalmente al burdel, aborto unas dos veces, y ya no puede sangrar con la luna llena de cada mes. En sus delirios sueña con ser bien, tener casa, poder estudiar, vivir al lado del Trujas, su amor imposible, sueños de toda clefera de ciudad. Ambas tías se vieron en la necesidad de clefear a la niña, para aguantar tiempos hostiles, cuando falta dinero para comida o para soportar el terrible frio de la hollada. María es la que pasa el mayor tiempo con Estrella, de oficio ladrona y una de las más finas, enseño los artes del hurto a la pequeña y le hace trabajar con ella, mientras Estrella se para a llorar en alguna de las puertas de los grandes edificios de la zona Sur y espera a que algún incauto se acerque para consolarla, su tía aprovecha la distracción para robar la cartera, la maleta o la billetera. María es de carácter alegre y suave; una sonrisa dura forzada por los tratos de la vida, es su carta de presentación para cualquier paco que la quiere frejar, se vio en la necesidad de hacer pequeños trabajitos, para cubrir los gastos de la familia, después de que su hermana mayor, Esmeralda falleciera en el momento de dar a luz a su sobrina. De dimensiones pequeñas es conocida como la Pulga, es ella quien cada 3 o 4 meses lleva a la niña al centro de salud para recoger pastillas y hacerle revisar, pero la burocracia, su mal olor, el poco dinero que lleva, su poco vocabulario y el hecho de que es necesario saber leer y escribir impiden que se le trate bien.

Con ojos pequeños y sonrisa lánguida, Estrella ve al mundo decepcionada, a su corta edad ya conoce a la ciudad en su faceta más cruda, imágenes fugaces de robos callejeros, peleas, asesinatos y una que otra violación en los callejones perdidos de la ciudad, son fantasmas que la sacuden de susto en sus pesadillas mas tétricas; ya tiene la picardía de toda vagabunda, tiene el vocabulario reducido, torpe y vulgar, mañuda desde que aprendió a hablar y razonar, sabe cómo conseguir lo que quiere, se dio  cuenta que las lágrimas es una buena arma para chantajear a cualquier extraño o amigo; de tez blanca, labios gruesos, cuerpo de cal, sabe que está enferma, pero no sabe la gravedad de su enfermedad. Sus días favoritos son los domingos que junto a su tía María baja a la iglesia de San Miguel a escuchar misa y pedir limosna, ella se atavía con su único vestido y zapatitos blancos, se lava y peina. Le gusta bajar por que ve familias felices entrando a la iglesia y niñas limpias, sonrientes, caminando con juguetes nuevos. Cosas que ella quisiera tener.

Así pasan sus días, con los malos tratos de su tía Afrodita, los cuidados de la Pulga y una bomba del tiempo en su cuerpo a punto de estallar.

Ya es julio, la ciudad se afana con los preparativos de las fiestas julianas, el frio se hace sentir con más intensidad, ya se registraron temperaturas bajo cero, que se llevaron por hipotermia a varios amigos de la Pulga, el Meñique y el Tijeras, amanecieron escarchados de frio en alguna plaza de Sopocachi, se terminaran de descomponer en la abarrotada morgue, en la sección de desconocidos, serán almas en pena, sin tener a nadie que lloren por ellos. Las epidemias de gripe e influenza ya comenzaron y no tardan en llegar a Estrella. Contrajo un resfrió algo sin importancia al principio. Ella ya había pasado antes por hongos, infecciones, inflamaciones, nada memorable, pero aun nadie se explica cómo logro sobrevivir a tanto, tal vez sea por el amuleto que su madre le dejo antes de morir o por sus ansias de vivir y algo de su ignorancia. Pero esta vez es distinto, su tía Afrodita no quiere dar dinero para pastillas, y su tía María no puede conseguir mucho sin la ayuda de Estrella.

El día que las estrellas decidieron salir a hacer compañía a la luna llena de julio, y el viento quiso abrigar a la ciudad y Estrella quiso subir al cielo, pasó algo así.

En la choza bajo el puente de las Américas llamada el Hueco, por los cleferos del centro, la anfitriona favorita es Afrodita, ella deja quedarse a sus amigo por días, pasándola bomba, entre soldaditos, tiner y un poco de la blanca conseguido en la Sagarnaga, los tres platos de plásticos son suficientes para servir comida a unas 10 personas y la caldera abollada sirve para preparar la sopa, como para calentar agua. Las dos camas sacadas del basurero son las únicas sillas, donde todos descansan echados o sentados. El lugar es turbio, oscuro y frio, pero se convierte en el mejor lugar para pasar algunas noches frías de La Paz.

Es víspera del 16, el desfile de teas ya comenzó, la ciudad en pleno congestionamiento, no sabe lo que se desata bajo del puente de las Américas, en el Hueco, Estrella está humeando por la fiebre, delirando con el sueño que últimamente tenia, ese, donde ella puede volar y ve a su mami junto con ella. El resfrió que cogió según se sospecha es de la anterior semana, cuando volvía junto con su tía a su casa después de la feria de la 16, en plena lluvia. María logro comprar algunas pastillas, pero no es sufriente para este resfriado; ese día Afrodita durmió todo la tarde, porque noche antes tuvo una jornada muy movida y estaba cansada; la despierta los ruidos que su hermana mete al salir y entrar de la choza, en la cama continua, la pequeña Estrella yace por la fiebre, el mate ni la pastilla que tomo hacen efecto. Afrodita despierta de mal humor, inhala un poco de clefa, busca algo para comer en la única olla que tienen y ve a la niña tirada en la cama. Se ríe, sabe que de esta no se salva. Llega María y empiezan a discutir; María llora, implora por un poco de dinero, y Afrodita feliz de que por fin se haga realidad su deseo, sale victoriosa de su casa, rumbo a su trabajo, María sin saber qué hacer, lo único que se le ocurre es ir a pedir limosna con la niña en brazos, a ver si alguien la compadece y la ayuda. Desecha la idea de ir a algún centro de salud, sabe que en esos lugares de caras no aceptan personas greñudas, con olor a clefa y sucias; además que no sabe leer ni firmar, condena de todo vagabundo del tercer mudo. Envuelta en la manta de Barbie, regalada por otro clefero, María envuelve a la niña y sale con ella en brazos.

La ciudad esta agitada por el desfile de teas, las calles más llenan de lo común, es una esperanza para que María pueda conseguir dinero. No puede evitar no llorar, entre sollozos y lágrimas, pide ayuda para salvar a su nena, camina por el centro paceño, pidiendo limosna a cada persona que pasa a su lado; mujeres envueltas en abrigos de pieles, hombres con gabardinas directamente importados de Francia, jóvenes con chalinas y guantes traídos desde la china, cholitas con mantas caras y polleras vistosas, todos, absortos en sus propios problemas, perdidos en mundos imaginados, para ser más soportable la existencia en la tierra. La humanidad no tiene tiempo para velar por una pobre huérfana nacida con sida. Nadie se percata de la pobre mujer, parece que es invisible, se siente cada vez más pequeña de lo que es; joven, señorita, caballero, señora, ayúdeme, ayuda. Implora con la mano extendida y los ojos vidriados porque consumió clefa, única manera de soportar el frio de esta noche. Se acerca a ella un paco, este la hecha con una amenaza, un perro le ladra, un hombre la empuja, cada vez más desgraciada la pobre, reniega contra la vida que le toco vivir a ella y su nena. Llega  a la plaza Mayor, se sienta. La alegórica noche contrasta con la desgracia de la niña, ve la iglesia cerrada, un niño bailando en pleno centro de la plaza, piensa en robar el sombrero del muchacho con algunos centavos ya ganados, escucha risas del público de un doncito que imita las tonterías de los hombres, parejas en pleno beso, familias felices saliendo del mercado después de cenar, uno que otro mendigo igual a ella, gringos intentando pedir algunas monedas a cambio de chucherías hechos por ellos mismos. Se pone a caminar sin saber a dónde o porque, la nena sigue ardiendo en fiebre, dormida o tal vez desmayada, ya no hace caso a la voz de su tía, con los ojos cerrados parece una muñequita, por primera vez ante los ojos de su tía parece de porcelana, la piel pálida hecha de cal, los labios rojitos como cereza, por el chupete que se lo barbo antes de la fiebre, los cabellos delgados y largos como de ángel, caen a su espalda y a cada lado de la cara, enmarcando su rostro, a la luz de la luna parecen de cobre, la nariz pequeña, perfecta, las orejas rojitas por el calor, tiene el rostro sereno, parece muerta, pero aun siente su respiración, suave, porque ve como se mueve un cabello que cae hacia su nariz; no sabe a qué plaza llego, pero de fondo se sigue escuchando el desfile y el bullicio que las personas meten por esta noche. Se sienta en el piso, cantando la nana que suele cantarle a la niña, ya no tiene lagrimas que llorar, no siente frio, aunque estemos a 5°C bajo cero, la clefita que tenía en su bolsillo la hicieron entrar en calor. Intenta despertar a la niña, pero ella no quiere, busca sus manos, están frías, son tan pequeñas, sucias, las uñas largas le dan apariencia de manos de vieja, su ropita es la misma que usa desde hace un mes, y sus zapatitos roto de tanto usar ya casi no tiene suelas, sabe que a un vive porque siente su corazón palpitar. Acaricia el amuleto que su mami le dejo antes de su muerte, un collar, con una imagen de la virgen de Copacabana y piensa  que por eso logro sobrevivir hasta esas alturas… recuerda el día que nació la niña, detrás del mercado la Bolita, la promesa incumplida que le hizo a su hermana, vuelve a sentir la misma tristeza del día que Esmeralda murió y los pacos se la llevaron ya muerta al depósitos de cadáveres, mejor hubiera estado en el basurero.

Ya es media noche, el Illimani, es solo una sombra de fondo, está feliz, sus carcajadas, es frio que abraza a la ciudad; en su aliento, arrulla a la niña por primera y última vez; aunque no esté enterado de los pormenores, sabe que ella ya no volverá a saludarla cada mañana, ni se crispara en movimiento telúricos, cuando ella, en su voz de gorrioncillo repita su nombre.

…Llueve, muy despacio, casi nadie lo siente, raro, es una lluvia tibia, cálida, no parece triste la escena, es feliz…

…Estrella ya no sufrirá más…

domingo, 7 de agosto de 2016

El Salvador hace algún tiempo


EL SALVADOR HACE ALGÚN TIEMPO

El Salvador es una faja estrecha en que la costa poblada de manglares, levanta su nivel hasta convertirlo en un erizamiento de volcanes.

Faja estrecha, de cara al Océano Pacífico, en la que los fuegos subterráneos afinan sus explosiones y derrumbes. Más que ninguna otra región del planeta. El Salvador ha sido y es constantemente labrado por energías plutónicas.

La Geografía del país —enclavado entre Guatemala, Honduras y Nicaragua—ostenta pronunciado carácter generacional. Allá todo está en principio y movimiento constante y el lago de hoy es un cráter de mañana. De punta a punta del territorio se levanta un engrosamiento de volcanes, entre los que se destaca el Izalco, el San Salvador, el de Santa Ana, el de San Vicente y el de San Miguel. Siendo esta la zona del fuego, es también la zona de los cultivos. Hasta el borde de los cráteres apagados o hasta los linderos de lava donde se extienden las fajas simétricas de las cenizas y achicharradoras, ha ido trayendo una rica tierra vegetal—islas desérticas de lava—como por contraste con el verdor de la tierra, cultivada hasta en su más ínfima partícula.

El Salvador, geológica e históricamente, es uno de los países más antiguos de la tierra. Según Francisco Gavidia (historiador) fue esta la probable cuna de las civilizaciones indígenas de América.

Los actuales indios son descendientes de los Toltecas, de los Mayas y los Lencas. En su mayoría y bajo el atuendo iconográfico católico, las figuras heroicas de Quetzalcóatl y Kukulkan, aun superviven bajo las oscuras capas del inconsciente colectivo…la cultura del maíz continua siendo la cultura de las actuales generaciones.

Pero no todo es indio en El Salvador. Un treinta por ciento es indio puro, un cincuenta mestizo y un veinte por ciento blanco. Los españoles llegaron en 1524, al mando de Pedro de Alvarado, el más cruel e inescrupuloso de los conquistadores. . . En Acajutla, en las proximidades del actual puerto, después de salvar un sinnúmero de dificultades y atravesar ríos, en varios de los cuales mando construir puentes que fueron asombro de los indios, don Pedro de Alvarado, al enfrentarse a las tropas de Atlacatl, recibió la herida que lo dejo cojo para el resto de su vida.

Afianzado el poderío español sobe pipiles, mames, zutuhiles y lencas, El Salvador formo parte de la Capitanía de Guatemala, desde 1543. Treinta años más tarde tuvo su primera Imprenta —vio transcurrir su existencia hasta 1811, en que el clérigo José Matías Delgado, iniciador de la Independencia centroamericana, promovió el período de las rebeldías. Fracaso entre las fuerzas españolas y porque en México cundía entonces la reacción que sacrificara a su modelo, Hidalgo. El segundo conato frustrado en El Salvador fue el de 1814, obteniéndose la independencia el 15 de septiembre de 1821.  Un año después Agustín de Iturbide anexó la América Central al Imperio Mexicano, mediante el envío de hombres a las órdenes del general Filisola. Su régimen halló duro rechazo de parte de la población centroamericana y en 1823, después de encendido debate, la Asamblea Constituyente acordó constituir las Provincias Unidas de Centroamérica, tomando la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica como modelo para su estatuto orgánico. En 1824, mucho antes que en Los Estados Unidos, Centroamérica decretó la liberación de todos los esclavos. El primer Presidente de la Federación fue el general Manuel José Arce.

La unidad centroamericana resulto pasajera.

Hubo que someter a los caudillos regionales y darle vida real al pacto federativo y a las Leyes de reforma: esa fue la obra de Francisco Morazán.

Al principio no tenía  más de dos mil partidarios fieles y su núcleo principal lo constituyeron los salvadoreños. No obstante, y día a día, tomaban vuelo las iniciativas separatistas, fomentadas por los elementos conservadores. —Morazán tuvo que sofrenarlos por la fuerza y para darle mayor estabilidad a su gobierno, en 1835 trasladó la capital de Guatemala a San Salvador…

Seis años duraron las luchas por el mantenimiento del Pacto  Federal. El clericalismo, apoyando al indio guatemalteco Rafael Carrera, asestó duros golpes a la Confederación que fue disuelta desde 1841, fecha en que se instala el primer presidente de la República de El Salvador. De entonces, acá, se ha vivido en una era republicana en que las dictaduras y los cuartelazos menudearon, surgiendo caudillos letrados como los generales Gerardo Barrios y Francisco Menéndez, y caudillos barbaros como Malespín y Hernández Martínez. Bajo la presidencia del uno se fundó, no obstante, la Universidad, y bajo el dominio del otro hubo de fomentarse únicamente el terror, la ignominia y el absoluto predominio de una treintena de familias poderosas. 

El verdadero renacimiento de El Salvador data de la última década del siglo pasado, bajo la presidencia del General Gerardo Barrios, quién dio auge especial al cultivo del café. Sus sucesores, empezando por el presidente Zaldívar laboraron por constituir una aristocracia cafetalera, logrando hacer de El Salvador, un país de potentes latifundios. La historia de los últimos años es así la historia de una contrastación entre el gran latifundio y las pequeñas parcelas. Toda la tierra se cultivó intensamente. La población fue creciendo de un modo arrollador. Los problemas sociales se agudizaron año con año. Y al cese de los conflictos con Guatemala, bajo la presidencia del Dr. Pío Romero Bosque, todo contribuía al incremento de la riqueza material. En 1930 se funda el primer gran partido de masas; el Partido Laborista, que bajo dirección, un tanto apostólica, de Don Alberto Masferrer—pensador social religioso—llevó a la presidencia de la república al Ingeniero Don Arturo Araujo, bajo cuyo gobierno se dictaron leyes contra los latifundios y los monopolios y se comenzó la nacionalización de algunas empresas de servicios públicos. Nueve meses gobernó a El Salvador el régimen laborista el  que fue depuesto por una confabulación militar, que llevó a la jefatura del gobierno al vicepresidente de la República y ministro de la guerra, general Maximiliano Hernández Martínez, el más sombrío de los déspotas, sólo comparable con don Juan Manu el de Rosas o con el pavoroso Juan Vicente Gómez.

Madura ya la conciencia social de las masas, en 1932 hubo un triple  levantamiento delos indios, en defensa de  su estándar de vida; de algunos elementos laboristas, y de la fracción comunista, con núcleos exclusivamente en la Capital. La rebelión fue debatida con el ímpetu más salvaje y las mayores expresiones de la barbarie, alcanzando cifras que los propios datos oficiales de 18,000 muertos pero que los observadores extranjeros aseguran que fueron de  23,000…De esa fecha trágica, hasta su caída en 1944, mediante una gigantesca huelga general , Maximiliano Hernández Martínez desarrollo una política de violencia represiva, creó la Banca Salvadoreña y la puso en manos de banqueros nazis, convirtiéndola en el instrumento de cambio de los marcos aski para Centroamérica, y fortaleció la Industria Cafetalera, para colocarla bajo la dirigencia de los grandes productores ítalo fascistas. No obstante sus francas simpatías totalitarias y sus procedimientos copiados del nazismo, el gobierno dictatorial de Hernández Martínez formó parte del frente americano democrático, no como un gobernante responsable, sino como un hábil comediante en busca de oportunidades.

Caída la dictadura en 1944, más por un acto de repugnancia del pueblo que por una estructuración de la conciencia revolucionaria, las fuerzas que dieron al traste con el dictador, se dividieron lamentablemente. Quiso mantenerse una farsa constitucional, con la continuación de un Congreso engañoso y un Presidente que había sido el hombre de confianza de Hernández Martínez y así es como sube al poder el general Andrés I. Menéndez, hombre sin voluntad, que no pudo o no quiso sacar al país de la anarquía. Depuesto por un golpe de fuerza de los oficiales jóvenes, que se adelantaron al golpe de estado que estaban preparando los partidarios del Dr. Arturo Romero,—hombre de gran popularidad y verdadero candidato mesiánico—se instaura el gobierno de transición que encabeza el coronel Osmin Aguirre y Salinas —militar a quién enérgicamente  repudió la mayoría del pueblo—. Surge entonces una coyuntura constitucional interesantísima: el entronizamiento de dos gobiernos: uno constituido en el exilio y que en Guatemala encabeza el doctor Miguel Tomás  Molina, basándose en un laudo de la Corte Suprema de Justicia, y otro organizado en El Salvador, mediante designación del Congreso, con lo que se plantea un apasionante conflicto de poderes.

Bajo lo que se ha dado en llamar el Osminato, o sea el gobierno del coronel Osmin Aguirre, se celebran elecciones generales, con la renuncia expresa de casi todos los candidatos, resultando electo Presidente de la República, para el período 1945-1940, el general Salvador Castaneda Castro, quien tenía mayoría en los departamentos, siendo el campesinado el núcleo de su fuerza, así como la del doctor Arturo Romero se cimentaba en el control de la capital y en el setenta por ciento de las asociaciones de obreros. La fuerza de choque de este líder era universitaria, siendo de notar que El Salvador es un país esencialmente campesino y de muy débiles organizaciones proletarias.

Al general Salvador Castaneda Castro, Presidente Constitucional desde el primero de marzo, le toco una dura tarea. Se encuentra ante un país en fermentación, inquieto, lleno de odios y tensiones, que no confía en sus caudillos, porque en su mayoría lo han traicionado, y que no tiene confianza en las fuerzas opositoras, porque encuentran hombres que durante treinta años han servido a todos los gobiernos, aun cuando ahora dragonean de inmaculados, o con representantes de las grandes familias, responsables directos de las matanzas campesinas o que en alguna forma estuvieron en contubernio con el dictador, hasta el momento en que ya no convino a los intereses oligárquicos.